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jueves, 11 de agosto de 2016

Una tarde nublada.


Las cinco y media de la tarde, cerca de 30 grados, aviso de tormentas y unas nubes que vienen a hacer de sombrilla en este verano tan tórrido que sufrimos, año tras año en Alicante.
Todo está a mi favor. Bonnie en la cochera tapada con una sábana y con gasolina, una tarde sin sol, el aire fresco de Levante... y todo nada menos que en pleno verano.
Solo hay un problema, el aviso de tormenta con lo que no hay que irse muy lejos.
Las cinco y media y la tan habitual rutina, casi mística, siempre tan silenciosa. La cazadora, los guantes el casco y Bonnie arranca con un rugido, su rugido, y ese rugir lo reconocería entre mil rugidos.
Salimos. Hay que calentarla. Marchas largas hasta que cogemos la zona del pantano. Muchas curvas y algunas en mal estado, hay que llevar cuidado.
Primera parada, bar Toni.
La terraza recogida por aviso de lluvia pero dentro, hombres curtidos por el sol y la agricultura juegan a las cartas.
La bebida, un café y un agua, mientras escucho la conversación de los lugareños y observo la partida de cartas, creyendo que juegan al póker pero con una baraja española.
La cuenta, dos euros. Pago con un billete de cinco y me devuelven cuatro monedas. Se han equivocado y hay que decirlo.
Un cigarro en la puerta del bar Toni, un saludo a un conocido, un repaso a posibles pérdidas en el motor de Bonnie pero todo está bien, todo reluce, todo está en orden.
Ya de vuelta hay que parar a ver mi tan conocido pantano, de aguas color turquesa, con esa torre de campanario que asoma cuando el nivel baja y que da tanta paz a la vista.
Y al llegar a casa, de nuevo la rutina. Guardar la chaqueta, quitarme el casco tapar a Bonnie con la sábana prometiéndole que otra tarde de verano nublada y con aviso de tormenta saldremos los dos solos a hacer ruta.





5 comentarios:

  1. Es muy bonito leerte. El color del agua del pantano me ha fascinado, parecen las aguas del edén. Creo que he podido escuchar el crujir de la chaqueta en ese ritual místico que describes tan bien.
    Y creo que el juebo de cartas que estaban jugando era el chichón...

    Beso
    :)

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  2. Una salida para romper la rutina sin temor a encontrarte con la tormenta, todo un audaz! Un abrazo Roberto!

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  3. Bueno. Siempre hay una gasolinera o un bar mientras dure el diluvio...jj. Los veranos en mi pueblo son torridos y estos días se agradecen. Gracias por leernos...:)

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  4. Una bella ruta entre poética y narrativa, con to mascota. Periplo donde lo más menudo, el paisaje se hace incidental, atrapa los ojos, o basta un bar, para dejara que asombre en el camino del paseo. UN abrazo.
    Nota bene:
    NO puedo agregarme a tu blog. Expresa error. Pero no importa que tiene mi comentario

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  5. Mil gracias por leernos. El pantano es de esos sitios misteriosos. El color de su agua, esa torre de campanario que asoma. Mil veces me he preguntado como será el pueblo sumergido bajo sus aguas. Sus casas, sus enseres...
    Un abrazo !!!

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