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domingo, 23 de junio de 2019

Oreo.

Oreo.

Esta tarde iba a Redovan sobre las siete y media a tomarme un descafeinado y una tónica en la terraza de un amigo.

Casi llegando, un perro de caza en mitad de la carretera muy desorientado.

He parado el coche, lo he llamado, no ha venido y he llamado a una casa del barrio, por si conocían al dueño.

Casualidad, era la hija de dueño del perro.

Hemos parado el tráfico, hemos cogido a Oreo y un problema colateral... que hacer con la perrita de la señora que tb había salido en su búsqueda.

He tomado a su perrita, la señora ha cogido del collar a Oreo, hemos ido andando a la casa de su padre y allí se han quedado los tres, Oreo, la perrita y la señora.

La verdad es que una vida es una vida.
Poder ayudar a un perro y apartarlo del miedo, la hambruna, la miseria y un posible atropello, te hace sentir muy bien, sobre todo si amas tanto como yo a los animales.
Y no estaba yo solo. Otro hombre había parado su coche por si nos podía ayudar, que la gente buena abunda más de lo que nos pensamos.

Y agradecido a la vida, por haberme dado la oportunidad, de ayudar a otra vida.

Así que a partir de ahora tengo un nuevo amigo en Redovan, al que quizás nunca mas vaya a volver a ver, pero me ha ayudado a sentirme bien y le tengo que estar muy agradecido por ello.

Y este post va para mi nuevo amigo, Oreo, el perro de caza que con ocho meses, era todo un escapista.




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