Ojala.
En lo que va de año he asistido al fallecimiento de dos buenos amigos.
Mi compañera Carolina, mi compañera del Camino de Santiago de 2017.
Una persona llena de vida que tras superar una dura enfermedad, estaba desbordada de vida.
Me gustaba hablar con ella, tomar tapones de Patxaran por la noche y este último año, la he acompañado con mis llamadas, mis wasaps, las pelis y libros que le mandaba, y nuestro proyecto estaba claro, sanar y prepararnos para nuestro Camino de 2020.
Mi compañero Antonio, expectacular.
Administrativo de la Once, "de los de antes", con el que salía a desayunar y luego, nos parabamos a que nos diera ese sol tan agradable de invierno.
Cuando se jubiló lo ayude con su minusvalia, la de su esposa, la de su hijo y la última vez que lo vi fue en diciembre en consultas externas del hospital.
Yo acompañando a mi madre y él en una revisión cardiologica.
Siempre me decia lo mismo. "Nos convidamos???", que era el equivalente de irnos al bar y cada uno pagarse lo suyo.
Me maravillaba su palillo.
Exfumador, siempre llevava un palillo en la boca y lo he conocido así veinticinco años de mi vida.
Y aqui estoy. Acompañando a Tere, su viuda, hablando de ese viaje tan bonito y divertido que hicimos a Portugal.
Antonio llevaba el fondo común y en los taxis, siempre deciamos que en el nuestro nos habian cobrado menos que en el suyo, solo para chincharlo, con su acento andaluz nos repetia, " no puede ser... si el trayecto es el mismo, como a vosotros os ha costado menos" y le respondiamos, "tío, es que tienes cara de guiri, como tienes los ojos claros y esa piel tan blanca, por eso te cobran más" . Todo eran risas y nunca le dijimos la verdad.
Dos amigos en seis meses, es mucho.
Ojalá simplemente hayan abandonado su cuerpo enfermo y se hayan ido a la Fuente, al Ser, y ojala, la muerte sea solo el principio.
Ojalá .
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