El arte de amar.-
Una bestia!!!, lleno de café, tabaco, gruñidos y trabajo... así me definía.
Hasta que tuve el accidente en mi moto. Una moto de 330 kgs y 126 cv de potencia... otra bestia, pero esta al menos, ni fumaba ni abusaba del café.
Siempre la cogí con miedo. Pesaba mucho. La potencia no me importaba, pero el peso... si.
Y fue ese accidente en moto lo que me llevó a lo que siempre temí que pasase. Estar en casa solo y enfermo, en este caso, muy limitado.
Ante mi temor se me presentaron varias opciones.
Irme a pasar una temporada a casa de mi madre, donde iba a estar muy atendido o valerme por mi mismo en mi casa, en la casa donde conviví 12 años con mi anterior pareja, la casa que pinté junto a ella, en la que tanto había llorado y había buscado a mi pareja después de separarnos... en su mecedora, su bulto en la cama, al llegar a casa, con mi gato, mi nueva familia, Luna.
A pesar de las dos resonancias, las innumerables visitas al traumatólogo y el temor a ser operado, encontré la paz entre esas paredes.
Aprendí a aceptar mi destino, sin resistirme.
Aprendí que mis fisios eran personas fantásticas, que mis verduleras me ponían los mejores tomates de su tienda, que el bar de mi barrio se me abrió de par en par, con el primer café de la mañana y la charla de ese señor tan mayor que entendía tanto de huerta y animales, descubrí la tienda de manualidades de Alejandro, con sus tés, su compañía, su charla.
El tabaco y el café siguieron, al menos una temporada, pero los gruñidos y el trabajo no y aprendí a ser inmensamente agradecido.
Muchas llamadas, algunas visitas, el apoyo de mi sobrino, el reencuentro con Lidón, las invitaciones de Alberto y Quiles algunos fines de semana... y mediante el agradecimiento llegó el amor, y luego llegó la aceptación y la paz, a vivir esos meses de manera fructífera, viendo cine, escribiendo en el blog, en el café de la mañana y la charla de ese señor mayor y en las pequeñas cosas... encontré el amor.
El amor a saludar a los perros de tu barrio, a sonreír a los niños pequeños, a saludar a las cajeras del supermercado, a no tener prisa, a charlar con mis vecinos, a preguntarles como estaban y decirles cómo iba mi rodilla, y a través del amor, encontré la paz... y ese es mi Camino, o al menos me esfuerzo en que así sea... dar pequeñas dosis de amor en mi día a día y tener paz.
Tras un época mala estamos ansiosos de algo bueno,de ahí que sólo veamos aquello que queremos ver,lo que nos interesa,nuestro objetivo, no la realidad en su justa medida. Mucho ánimo, eres grande como persona y como profesional. A veces algo ha de pasar para que nos valoremos como debemos. Ante la desesperación no todo vale,lástima que lo aprendamos con un buen mazazo. Ahora toca que salga el arcoiris y dejar atrás aquello que hacía mal a tu ser,a tu persona. Ahora toca volver a vivir. Un saludo
ResponderEliminarLa vida comienza a cada instante y a veces hay que parar... para avanzar.
ResponderEliminarAhora... toca avanzar!!!