Alfonso.-

Alfonso.-

Resulta curioso "la fauna" que habita un hospital.

El cuidador de la persona enferma que está junto a mi familiar se llama Alfonso.

Cuarenta y siete años, en el paro, soltero o separado, creo que sin hijos, resulta una persona, un tanto peculiar.

Sobrevive a base de bocadillos que le lleva su tía, recibe pocas visitas y menos llamadas (tres visitas en una semana), es charlador, aunque entrometido, da información errónea sobre análisis de glucosa, horarios, ayunos, y en fin, resulta un ser "curioso" de conocer.

Lo mejor de Alfonso es su incondicionalidad.
Lleva con su madre desde el lunes y no ha sido relevado.
Ha llevado la misma ropa cinco días seguidos, desayuna, come y cena en el hospital y duerme junto a su madre día tras día.

Nos turnamos entre cigarro y cigarrillo electrónico, entre café y paseo, es servicial, aunque algo "agobioso" pero lo mejor, su incondicionalidad.

Trata a su madre como si fuera un princesa.
Le pone la cuña, la ayuda a vestirse, la ayuda a sentarse y tiene una actitud hacia su madre, el hospital, mi familiar y mi persona, realmente embriagadora.

Le doy ánimos y le digo que encuentro a su madre mejor.
También le digo que este lunes seguro que le dan el alta.
Pero el sabe que la enfermedad de su madre va para largo y lejos de estresarse, la acepta y fluye, como pez en el agua.

Realmente Alfonso, con su estar y su hacer, es un ejemplo de ayuda a su madre, incondicional, desinteresada, y solo por eso, me cae bien y tiene mi respeto, aunque tampoco le hace falta.

A veces me hago el dormido,  otras como que leo,  otras como que miro el móvil y ahí está Alfonso... A mi acecho.

Una familia unida,  que se ayuda en lo bueno y en lo malo, en las celebraciones de cumpleaños empapadas "de brugales" y en los hospitales, que no se pide explicaciones, que cada uno hace las cosas lo mejor que sabe, me encanta.

Y esa es la historia de Alfonso, el señor que cuida a su madre de manera, ejemplar.