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Cansado de los psicólogos de YouTube los cuales tienen clientes en lugar de pacientes y comen de un “me gusta” y de los anuncios de C.C. en su página web de turno, debo decir que con mis dos carreras, mis tres posgrados y mis veinticinco años de experiencia en Servicios Sociales, la estructura de una persona es la suma de:

Su pareja,

Su familia,

Su trabajo y

Sus amigos y aficiones.

Son cuatro “plantas” fundamentales que debemos de “regar” en su justa medida.

Si te falta una de ellas, tienes tres en las que sostenerte.

Si te faltan dos, quizás te caigas.

Si tienes una, date por j.

La estructura mental de una persona se basa en:

Genética,

Infancia,

Experiencias vividas y

Situación actual.

La genética, trasmitida por nuestra familia.

La infancia.

Una mala infancia no es excusa para tener un mal presente.

Tenemos infancias mejores y peores pero no deben condicionar nuestra vida.

Experiencias vividas.

Fallecimiento de progenitores, abandonos en el altar, accidentes y enfermedades…

Si en su momento hemos realizado un duelo de manera correcta, no nos quedan secuelas.

Otra cosa muy distinta es que nos hayamos tirado a la calle en busca del gin tonic milagroso y hayamos echo de nuestro barman amigo, nuestro piscólogo,  pero,

todo aquel que haya  realizado un duelo, con sus cuatro fases (negación, ira, depresión y aceptación) de manera adecuada, no deja huella.

Al contrario, te hace más fuerte y aprendes, que con las malas experiencias todos crecemos mucho (y no hablo de altura).

Pero cuando oí hablar del libro “Amor Líquido”, donde basa su argumento en amores de conveniencia y escuhé a:

Covadonga.

Joan Garriga, con su concepción de pareja.

Walter Risso, con su teoría del desapego y

Rafael Santandreu… me pongo enfermo.  

Así que no nos engañen.

A cuidar de vuestra pareja, a jugar con vuestros hijos, a dar cariño a nuestros mayores, a trabajar, a quedar con los amigos y a cultivar nuestras aficiones.

Receta infalible para la felicidad.