Después de más de una década en mi gimnasio, el de barrio, donde conoces al dueño y a su familia, donde haces amigos... y debido a mi horario, he buscado un gimnasio en Elche.
He pasado de pesas y rutinas a bolas de discoteca y música disco, siendo un total desconocido.
Hoy ha sido mi primer día. Un bono de diez sesiones para ver como me veo.
No sé donde esta el vestuario, he entrenado solo, la poca gente que había no la conocía, he salido por la entrada y he pasado a ser un auténtico desconocido.
El rollo es: un mes más matrícula, 76 pavos. dos meses seguidos: 76 pavos. Si no vas un mes, 10 pavos. Un bono de cinco, no me acuerdo. Un bono de diez 47 pavos. Si no domicilias el recibo cinco pavos. La ficha de la taquilla 10 pavos... y en fin... ni en una Notaría existen tantas normas.
Con Rafa solo pagabas 25€, y podías ir de lunes a viernes de 16 a 22h. Como si querías ir todos los días y "quedarte a dormir allí".
Te pesa, te mide, te pone una dieta, cada cuatro semanas te cambia el entrenamiento y si te veía con interés, avanzabas mucho.
A los clientes más veteranos, les deja las llaves del gimnasio, por si quieren entrenar por la mañana... y en fin... que lo voy a echar de menos.
Hoy, me he sentido raro.
Es lo que tiene el apegarse.
Al gimnasio, a su dueño, a su familia, a los compañeros... pero me siento muy orgulloso de ello.
Hay que apegarse a las personas, a las buenas personas, a las que te ayudan y ayudas... el resto, ni las modernas teorías psicológicas de tanto YouTube cutre y tanto psicólogo que vive de "me gusta", que en lugar de pacientes tienen clientes y que escriben de lo que vende, rupturas y desapegos, no me interesa.
Así que este post va por el apego al gimnasio de Rafa.
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