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viernes, 17 de agosto de 2018

Theres... el hada.

Theres... el hada.-

Erase una vez que se era, en un bosque tupido lleno de árboles altos, verdes y frondosos, con un cielo azul lleno de nubes y de pájaros, con un arcoíris gigante y muy colorido, en una tierra donde nunca llovía ni hacía viendo, habitaba un hada.

Solo hablaba con los animales del bosque, con los árboles altos, verdes y frondosos, con las nubes blancas sobre un cielo azul intenso, de aquello que le gustaba y apasionaba.

Al atardecer subía a la montaña y cenaba con ella. Sólo prometía a la luna y vivía con tal armonía y belleza que era imposible no enamorarse de Theres, nuestra hada.

Todos la amaban. Los pájaros la despertaban, los árboles la protegían, las nubes la distraían, la montaña la ansiaba y la luna, siempre la escuchaba.

Ella preguntaba y todos contestaban. Ella escuchaba y ellos le hablaban, y así día tras días, atardecer tras atardecer y todos se acompañaban.

Los árboles se la disputaban. Los pájaros  le cantaban. Las nubes la amaban. La montaña la esperaba y la luna no hablaba, simplemente, la escuchaba.

El hada decidió abandonar su vida de mil años en el bosque, decidió ser mortal para poder tener un hijo... al que ansiaba... y para evitar que algo malo le pasara, el árbol que más la amaba se convirtió en perro para estar a su lado y no perderse de ella... nada.

Y nada cambió. Su hijo la quería, su familia la buscaba, sus amigos la distraían, un hombre la amaba y ella cuando podía, acudía a la montaña para hablar con la luna... que siempre y simplemente, la escuchaba.





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