Últimamente leo mucho a un psicólogo cognitivo catalán, Rafael Santandreu.
Habla mucho acerca de la discapacidad como superación, de crear un nuevo marco referencial a partir de un hecho traumático, de no hacer caso a nuestra mente cuando se pone "pesada" con esto o aquello, de aferrarnos al amor y a la vida... entendiendo la vida,como las hojas de un árbol o el bullicio de una gran ciudad... cosas fantásticas con un enfoque fantastico.
Una conversación armoniosa al comprar el pan, no tener miedo a perder ya que “salvo un trozo de pan en el estómago”, el resto es prescindible, contactar con la creatividad y la naturaleza... me relaja mucho su lectura.
Ser un observador, afrontar, dejar pasar el rayo, desvirtualizar... un modelo cognitvo que estudie, conocía y al que vuelvo de la mano de esta persona.
Pensaba al leerlo en las personas que tienen el Síndrome de Down.
Esas personas que suscitan lástima a algunas otras personas pero que en cambio, son terriblemente felices.
Si hace sol se toman un helado y si llueve se quedan en casa. En los coches de choque o ante una camisa de flores nueva??? Inmensamente felices.
Como viven la vida, simplifican, como simplemente aceptan, como hacen una fiesta de pequeñas cosas y realmente, somos nosotros los que nos debemos dar lástima en lugar de ellos, con tanta complicación, estrés, trabajo, obligaciones y sufrimiento que nos provocamos.
Sin lugar a dudas, a partir de ahora, además a ser un perro como anuncié en un antiguo post, me encantan la actitud de las personas que son como las personas con Síndrome de Down.
Capaces de ser felices, con pequeñas cosas...
Y este post se lo dedico a mi amiga Nieves ya que, sin tener el síndrome de Down, pertenece a mi Club Personal de Personas Fantásticas y con un helado, es inmensamente feliz
Y este post se lo dedico a mi amiga Nieves ya que, sin tener el síndrome de Down, pertenece a mi Club Personal de Personas Fantásticas y con un helado, es inmensamente feliz