*

*

martes, 2 de octubre de 2018


Un dragón con un corazón que no le cabía en el caparazón.

Así son los grandes.
Los que acuden sin llamarlos.
Los que sufren cuando te quitan una rodillera metálica y ven los hierros marcados en tu carne.
Los que siempre llegan a tu casa con una sonrisa aunque tengan mil y una cosa que hacer.

En esta ocasión, este post va dirigido a Antonio, mi sobrino.
Mi luz en esos dos meses de baja por mi accidente en moto.
El que se quedaba a cenar “sin prisas”, charlando.
El que se amolda a todo. Verdura, hamburguesa, ensalada, cenar en la cocina, charlar en la sala de estar,… para él, todo está bien.

Por llevarme a los fisios, al traumatólogo, a las dos resonancias que tanto me angustiaron, que no mola nada ese tubo de la marca AEG que hace ese ruido tan rato… y a su sonrisa.

Gracias!!!


1 comentario:

  1. No todo el mundo puede decir lo mismo,eres afortunado y agradecido. Ese sobrino,esa gran persona siempre estará ahí porque seguro que tú siempre estuviste ahí con él. Gran persona,gran confidente,grande,muy grande....deja a un lado sus cosas para ayudar a su tío. Chapó,no hay palabras.... gracias por esa ayuda pero sobre todo por esa sonrisa, seguro que tu tío en ese ratillo ha sido el hombre más feliz del mundo. Un saludo

    ResponderEliminar