Un dragón con un corazón que no le cabía en el caparazón.
Así son los grandes.
Los que acuden sin llamarlos.
Los que sufren cuando te quitan una rodillera metálica y ven los hierros marcados en tu carne.
Los que siempre llegan a tu casa con una sonrisa aunque tengan mil y una cosa que hacer.
En esta ocasión, este post va dirigido a Antonio, mi sobrino.
Mi luz en esos dos meses de baja por mi accidente en moto.
El que se quedaba a cenar “sin prisas”, charlando.
El que se amolda a todo. Verdura, hamburguesa, ensalada, cenar en la cocina, charlar en la sala de estar,… para él, todo está bien.
Por llevarme a los fisios, al traumatólogo, a las dos resonancias que tanto me angustiaron, que no mola nada ese tubo de la marca AEG que hace ese ruido tan rato… y a su sonrisa.
Gracias!!!
No todo el mundo puede decir lo mismo,eres afortunado y agradecido. Ese sobrino,esa gran persona siempre estará ahí porque seguro que tú siempre estuviste ahí con él. Gran persona,gran confidente,grande,muy grande....deja a un lado sus cosas para ayudar a su tío. Chapó,no hay palabras.... gracias por esa ayuda pero sobre todo por esa sonrisa, seguro que tu tío en ese ratillo ha sido el hombre más feliz del mundo. Un saludo
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