Calor.-

Calor.-

Orihuela, julio del 2017.

Uno de los sitios más tórridos que conozco y tb, más aburrido.

17.30h, sin poder dormir la siesta. Desde las 11h dando el sol en mi casa. El aire acondicionado apagado, no me gusta usarlo.

El ventilador tb apagado. Hay que levantarse para darle al botón y no estoy por la labor.

El gato “en missing”. No sé donde está. Sobre su silla preferida o, sobre su mecedora preferida o, entre su rascador y su columna preferida, desde luego que no pero, hay que dejarlo.

Como buenos compañeros de piso, he aprendido a respetar sus ritmos.

Cuando quiere algo, aparece y maúlla, cuando no, desaparece y no lo encuentras.

Hay que gestionar la tarde. Demasiado tarde para ir a mi piscina preferida, la de Benferri, que a las 19.30h cierran y entre que cogo el coche, busco la toalla y la silleta, y llego al recinto, se me va casi una hora.

Segundo plan, darle viento a las ruedas de la bici y salir un rato. Demasiado calor y solo con pensar que me debo poner el casco para montar, la perece me vence.

Tercera opción, una tarde de cine.

Pensando hace que no voy al cine desde antes de Navidad, que fui a ver la película de Villaviciosa de al lado, así que rápido busco la cartelera.

La guerra en el planeta de los simios.

César (simio) está en guerra con un coronel humano. Él solo quiere vivir en el bosque con su grupo de simios pero el coronel, quiere sacrificarlos ya que contagiaron la gripe simia, o algo así, y gran parte de la humanidad falleció.

César no está de racha. Matan a su mujer, a su hijo, mueren dos amigos en el camino... y su hora y media de protagonismo parece una canción country, de esas que por morirse se muere “hasta el perro”.

Pero él siempre piensa en el bien del grupo, en la unidad de los simios. En terminar la guerra con los humanos y simplemente vivir en el bosque, su bosque.

El coronel, malo malísimo. Él tb perdió a su hijo y bebe whisky barato pero está muy cachas.

En el cine no hay nadie. El aire acondicionado está fortísimo, y hace hasta un poco de frío pero, por la base de la puerta de emergencia se ve el sol, ese sol tan tórrido que calienta la pared de poniente del cine, así que mejor pasar algo de frío.

Las palomitas y el botellín de agua. Como puede valer más las palomitas y un agua que la propia entrada al cine???, que las palomitas no las hacen en Hollywood grandes actores reconocidos por la Academia, aunque en la película solo reconozco a uno, el coronel malo malísimo.

Y el cine desierto. Solo estoy yo, pudiendo desplegar el 1.80cm de piernas y abarcar mi sillón más el de delante.

Que te proyecten una película solo para ti te hace sentir un poco jeque árabe o algo así, pero es lo que tienen los pueblos aburridos y tórridos de verano, que todo el que puede, se va a la playa o no sale de su casa hasta que el sol se pone.

Y esa fue una tarde de este verano, con tres opciones donde había que elegir una, y la opción fue, la Guerra en el Planeta de Los Simios.