Esta es mi palmera, si soy honesta
es la palmera de mi abuela Margarita.
Cuando era pequeña e iba a visitar a mi abuela a su piso, en
la primera planta de un barrio obrero, siempre veía en el descansillo de la escalera una pequeña palmarita en un
macetón demasiado grande. Siempre tocaba la tierra o las ramas que
siempre me pinchaban mientras esperábamos que mi abuela abriera la puerta.
Cuando tuve 10 años mi abuela murió y la palmera nos la trajimos a
casa con algunas que otras cosas personales, como un juego de vasos con unos labrados preciosos, que los tengo ya adquiridos como míos, me encanta
utilizarlos en mi cumpleaños o en navidad.
Con los años la palmera fue creciendo y ya no había macetones que
pudieran advergarla, así que mi padre tuvo la idea de plantarla en la plazoleta
del barrio, por aquellos entonces el barrio era nuevo y la plazoleta era prácticamente
terrizo. Lo comentó con los pocos vecinos que vivian en ese momento y a
todos le pareció perfecto. Y así fueron pasando los años, y la palmera
de la abuela Margarita fue creciendo, y nosotros ( mis hermanos y yo) con ella.
Los tiempo cambiaron y el Ayuntamiento decidió arreglar nuestras
calles y con ellas los jardines y de pronto llegaron operarios de jardinería y decían
que tenían que arrancan la palmera para poner otro árbol. Mi padre les
explicó que era la palmera de su madre, que llevaba allí plantada 15 años y que
para nada la iban a quirar de allí para poner otro árbol que podía estar en
cualquiera de las otras cuatro plazoletas de mi barrio. Los operarios
indignados por el "tío loco" ese que no lo habían dejado
trabajar esa mañana le dijeron a mi padre que tenía que ir a decirlo al
ayuntamiento.
La palmera se quedó donde estaba. Cada año vienen los
operarios de jardinería para podarla y fumigarla. Mi padre en
cuanto escucha el ruido de las cierras sale, se acerca a los operarios y le
cuenta todos los años la historia.
Es parte de mis vistas diarias. La miro desde la ventana de
mi cocina, la veo agitarse con fuerza en las tormentas, inmóvil bajo el
abrazador calor del verano Sevillano. Cuando subo a la azotea la veo que ya supera la
altura de casa, pienso en mi abuela y en la sorpresa que se daría si
pudiera verla, en mi padre y su tesón para mantenerla ahí. Me encanta la idea
de ir viviendo en mi casita y que los años pasen a poquitos y que la palmera de
mi abuela permanezca siempre y algún día mis sobrinos le cuenten su historia a
sus hijos...
Menudo orgullo. Esa palmera es mucho más que un árbol, es un monumento. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bonita la historia de la palmera de la abuela Margarita.
ResponderEliminarUna palmera 🌴 con pasado, presente y futuro.
ResponderEliminarPrecioso, Nieves.
Besos 🌹
Bonita historia Nieves.
ResponderEliminarBesitos =)))
Qué bueno que hayan podido defender y mantener la palmera de tu querida abuela Margarita, Nieves, felicitaciones a tu familia por el logro, un abrazo!
ResponderEliminarEs una historia preciosa, Nieves. Menos mal que tu padre supo imponer su sensibilidad. Qué orgullosa estará la abuela Margarita. Si alguna otra vez la quieren quitar avisa, que nos encadenamos a ella.
ResponderEliminarBesos.
Gracias por todos vuestros comentarios siempre tan amables, así da gusto poder compartir trocitos de nuestras vidas....
ResponderEliminarUn beso grande para todos y feliz día
;)
Y crece unos 10cm al año. Y tiene unas raíces muy profundas que buscan el agua. Tu palmera doblará tu casa... :)
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