Siempre me han fascinado los perros y nunca he entendido que fuera peyorativo que te compararan con un perro.
"Hijo de perra", "eres un perro",... Son palabras que en mi mente, no significan nada malo.
A veces los he envidiado.
En invierno te pones al sol y en verano a la sombra.
Si ves la correa, te pones muy contento, vas a darte un paseo.
Si te sueltan en un parque, corres, corres y corres, sin más.
Son vidas simples pero a la vez, llenas y sencillas.
Ahora en mi convalecencia, no debo tocarlos, pero son ellos los que se rozan por mis piernas.
Se tumban a mi lado, guardandome, protegiendome, sanandome, como ellos saben, a lo perro.
Así que este post es para mis lobas, mis perras, mis fieles compañeras de convalecencia.
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