Samir.-
hace unos días, entrenado, mi compañero era un niño de unos ocho años.
entrené muy suave, para evitar hacerle daño y bueno, resultaba divertido verlo reír cada vez que lo tiraba al suelo y antes de marcar el golpe, empezaba nuevamente a reír.
pero lo mejor estuvo entre ejercicio y ejercicio, Samir me cogía la mano y me abrazaba por la cintura.
me mostré impasible, no mostré ningún interés, pero realmente, el tacto de este niño, me estaba haciendo bien.
Samir terminó castigado, sentado en el banco y me dio un poco de pena, aunque no dije nada.
si eres movido y te castigan, imagino que mine tu autoestima ver como otros niños entrenan cuando lo único que has hecho mal, era reirte.
se lo dije a mi amigo Jesús en la ducha y me contestó que siempre estaba igual, que nuestro profesor había tenido mucha paciencia con él y que tenía que aprender.
no contesté pero no me convenció su explicación, así que volví a callar.
pero este post, va por el cariño de Samir y su risa.
cuantos de nosotros hubiera entrenado a los ocho años, con un hombre de cincuenta años, uno setenta y ocho de estatura, no se muy bien mi peso y haber disfrutado como lo hizo Samir???
pues Samir... lo hizo.
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