Fe.-

Fe.-

hace poco acudí al entierro de la madre de un compañero de trabajo y amigo.

llegué con tiempo de sobra, para aparcar el coche y tomar un café y así lo hice, café, algún cigarrillo y acudí a la Iglesia.

allí me encontré con otros compañeros y me dio verguenza quedarme en la puerta, como acostumbro.

la Iglesia era pequeña, de pueblo, tenía el piso algo mal y brillaba por estar todo muy limpio, pero ser una Iglesia humilde.

el sacerdote, mayor, comentó que era misionero, que había estado en muchos países y que había aprendido a respetar la Fe. gente que cree y tiene Fe y gente que no cree.

Nos dijo que Dios era amor, que cuando moríamos Él no nos juzgaba, sino que nos perdonaba, ya que las personas solemos equivocarnos y confundirnos.

tb nos dijo que cuando ayudamos a un niño, a un enfermo o a un mayor, era como si estuviéramos ayudando a Dios.

vi a un hombre muy sabio, "de vuelta de todo", con mucha vida interior, que nos hablaba de amor, de Fe, de otra vida, de una manera muy serena y respetuosa, me gustó y captó mi atención.

me hizo recordar cuando me meto en la cama, con mis anginas, con casi 39 grados de fiebre, y de como rezo para buscar consuelo.

tb me recordó cuando subí al Alto del Perdón esta primavera, donde dice la  leyenda que, los peregrinos que lo subimos, tenemos nuestros pecados perdonados y sí, en ese momento necesitaba sentirme perdonado, confortado y sobre todo perdonarme y como pensé que "si eso le había servido a miles de peregrinos durante cientos de años, por qué no me iba a servir a mí".

sentí que no debía ser hipócrita. no debía pedir perdón en el Alto del Perdón ni pedir consuelo con 39 grados de fiebre y quedarme en la puerta, que ya de sobra se lo chulo, frío, distante y gilipo... que puedo llegar a ser.

realmente me reconfortó.