Diana,
la perra que tuvo una dueña que se parecía a una princesa.-
Diana y yo tenemos
un pasado y un presente en común. Simplemente yo le llevo un año de ventaja.
Ella es una perra
de caza abandona y yo soy un hombre de mediana edad que hasta la fecha vive
solo.
Ella llegó a Dos
Hermanas con hambre, frío, miedo, con las almohadillas quemadas de tanto andar
por el asfalto y yo llegué a Dos Hermanas durmiendo poco, evitando estar en casa, comiendo mal y con el corazón arrítmico de tanta pena.
Allí nos
encontramos a Nieves, la cual acogió a Diana en casa de su hermana y va a verla
casi tooodos los días para que no le falte de nada.
El dinero es solo
dinero y Diana se merece la mejor atención, comer a diario, eso tan costoso que
son las vacunas cuando los perros son cachorros, ir a la pelu... como no,
pastillas antiparásitos, pipetas antipulgas...
Yo llegué como
Diana y también tuve mi atención. Mil wasap al día, mis correos electrónicos,
mis burbujitas, mis regalos en mi cumpleaños, en Nochebuena y en Reyes, alguna
que otra carta y bueno, al igual que Diana también sentí el calor y la
generosidad de Nieves.
Es divertido
parecerse a un perro. Hace dos años estaba como Diana, “con las almohadillas
ensangrentadas”, pero con los cuidados de Nieves, es imposible no recuperarse,
al igual que hará Diana y dentro de unos meses, será la perrita de caza
abandonada más feliz de Dos Hermanas.
Es más, creo que
ha tenido suerte de ser abandonada y ser rescatada nada menos que por Nieves,
al igual que yo, que también pienso que he tenido mucha suerte por encontrarla.
Hay personas
buenas por el mundo. Personas desinteresadas, cálidas, generosas, que les gusta
escuchar, que les gusta ayudar y que mejoran el mundo de las personas y Dianas
que nos tropezamos con ellas.
Llamar a una perra
Diana me pareció genial y enseguida se me fue la cabeza a esta persona que
ayudaba a los pobres a pesar de su realeza y siempre andaba por los orfanatos y
residencias de todo el mundo... hasta que aquel accidente de circulación acabó
con su vida.
Así que tenemos
una perra de caza abandonada que se llama Diana que me recuerda a la princesa
de Gales con la que tengo más en común de lo que yo quisiera, no por parecerme
a ella sino por mi pasado inmediato.
Así que este
relato lo llamaré “Diana, la perra que tuvo una dueña que se parecía a una
princesa”.