Los hombres bonitos. Los hombres bellos. Los hombres sensibles. Los hombres amorosos. Están desvalorizados. Están desorientados. Están confusos. Están heridos. Porque las mujeres también los hemos herido. Porque el sistema también les ha jodido.
Los hombres bonitos de corazón están acorazados. Están acojonados. Porque no saben lo que es el amor. Porque solo conocen el dolor. Porque cargan sobre sus hombros el peso de generación tras generación de esos otros hombres, que no sólo cerraron su corazón, sino que se hicieron piedra. Y, como tal, dañaron a todo aquel que tropezó con ellos en su caminar. Aquellos que golpeaban todo aquello que no comprendían. Todo aquello que no controlaban. Todo aquello que sentían como amenaza. Todo aquello que pudiera destruir su coraza.
Los hombres bonitos, los hombres bellos, los hombres limpios de corazón están heridos. Confusos. Están sin estar. Sin saber muy bien cuál es su lugar. Sintiéndose culpables de aquello que no les corresponde y, quizá, sin responsabilizarse de aquellos daños colaterales que su confusión y su indecisión crea a su alrededor.
Los hombres bellos, los hombres sensibles, tampoco pueden serlo, porque aún nos hacemos la guerra entre hombres y mujeres. Aún validamos chistes que alimentan la contienda.
La única manera de cerrar heridas entre hombres y mujeres es hacernos cargo de cómo, cuánto y cuándo, proyectamos en el otro nuestro pasado, nuestras heridas, nuestras relaciones anteriores, nuestras mierdas, nuestros miedos, nuestras inseguridades.
La única manera de cerrar heridas entre hombres y mujeres es darnos el lugar. Tomarlo y nada más. Y darle al otro el lugar que le corresponde. Honrar nuestro propio masculino y femenino internos.
La pareja no es externa sino que es interna. Saber cómo se miran, se cuidan y se respetan, nuestro caballero y nuestra dama internos.
La única manera de cerrar heridas es a través de nuestras energías masculina y femenina. Y el equilibrio o desequilibrio que tenemos entre ellas. Cómo nos protegemos o cómo invadimos con nuestra energía masculina, en desequilibrio. Y cómo nos defendemos o desconfiamos en lugar de aperturarnos en nuestro femenino interior.
La única manera de cerrar heridas es confiar. En uno mismo y en los demás. Y es muy difícil confiar en alguien que no tiene confianza en sí mismo. Porque aunque quiera relacionarse e intimar no va a poder abrirse totalmente al vínculo. Ambos necesitan seguridad. Y la seguridad no es algo que pueda proporcionarte el otro si uno no siente esa seguridad en sí mismo.
Eres esas dos energías, masculina y femenina. Las heridas se resuelven dentro para poder resolverlas fuera.
Nines Hs
No hay comentarios:
Publicar un comentario