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martes, 13 de junio de 2017

Me llamo Lucas.


Me llamo Lucas y no soy perro. De Fernando Delgado.

Diario de un perro abandonado:

...empezaba a darme cuenta de que el hombre puede ser el peor enemigo del perro.

...Ellos comían galletas y bocadillos delante de mí como si no vieran el hambre en mis ojos y ni siquiera me pusieron nunca una lata con agua: no se imaginaban mi sed.

...Me daban miedo los niños que se bajaban de los coches de sus papás y trataban de jugar conmigo de buenas y malas maneras, o los chavales que pasaban por allí y trataban de mortificarme sin que ni siquiera me atreviera a defenderme mordiéndolos. Pero, sobre todo, llegada la noche, cuando sólo el viejo Damián quedaba de guardia, y yo dormía junto al escalón principal de su cabina, me daban miedo los perros salvajes que venían a buscar gresca y que habían conseguido llenarme de heridas.

...que la dueña me llamara chucho me hizo sentir aún más desgraciado. Claro que hacía tiempo que no oía una palabra de cariño ni recibía una caricia, y la dueña se acercó a mí, me acarició, dijo que era bonito, que ella me llevaría a su casa,

...sin ninguna consideración, a pesar de la mirada de mucho desconsuelo que yo debía poner, llorando por dentro con las lágrimas que a los perros no se nos ven, y haciendo oír mi quejido luego, mi quejido de hambre, no me hizo caso.

...Soñaba también con mi madre; sentía su calor en medio de la intemperie. Soñaba con mamá, pero sin conseguir ver a mamá,

...Pero más peligrosos que los perros salvajes eran los cazadores con sus escopetas, que bebían y comían en un huerto, entre risotadas y canturreos, y que al verme pasar corriendo, huidizo, temeroso, cargaron sus armas para matarme.

...era la triste vida de Lucas, el perro.

...Y me apretó con fuerza. Tenía una larga barba y olía mal, pero me dio la mitad de su pan. Luego desenrolló una especie de manta y se tendió a mi lado y me ofreció un espacio en su mantita. Me acarició y yo creí que seguía soñando, pero ahora sin Duli. Y no: estaba despierto. Lo que pasaba era que el hombre quería ser mi amigo o al menos pretendía ser bueno conmigo.

...Pero, cuando lo lograba, me metía en el sueño y soñaba. Soñaba con mi mendigo y mi mendigo me decía en el sueño que él se llamaba Lucas y era perro. Le dije que quería ir con él, y me preguntó si ya no quería ser niño y volver a mi casa como un señorito. Soñaba con mi mendigo, que decía ser perro, sí, «un perro como esos compañeros tuyos,Lucas; un perro que prefiere el campo, a solas, la ruina de una casa más que una casa, un mendrugo de pan más que el pienso; antes que una jaula,Lucas, antes que una jaula».


11 comentarios:

  1. Yo no me llamo Lucas y no me imagino siendo un perro. Prefiero ser una personita.

    Besss

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  2. Ay, ay ay! me encantan los perros....pero me has sacado una lágrima, eh???

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  3. A mi tb me gustan mucho. He tenido dos y cuando tenga tiempo tendré otro. Mis perros siempre han sido comilones, pícaros, sociables y nada agresivos. Un besooo lil y te recomiendo este libro. Esta muy chulo!!!

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  4. Una historia triste pero con final feliz, encontró el amor donde menos lo esperaba, un abrazo Roberto!

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  5. Entre los brazos de un mendigo que era un poco perro...:)
    Un abrazo mc!!!

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  6. hermoso relato y es verdad quien menos tiene siempre da mas y entre desprotegidos se ayudan

    Besos

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  7. Contado con la mayor de las naturalidades. Un abrazo. Carlos

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