Uno empieza su Camino cuando decide hacer el Camino, aunque sea unos meses antes.
Hay que leer, informarse, fijar una fecha, hacer una lista, comprar... y todo esto es parte del Camino.
La leyenda dice que Santiago Apóstol llego en un barco de piedra sin vida a Santiago de Compostela.
Otros dicen que la Iglesia necesitaba Santos y milagros para tener feligreses y adeptos.
Hay que leer para saber. Los Templarios y la Orden de Santiago como defensa al peregrino de ladrones y asesinos. Los hospitales y hospicios para sanar al peregrino. Los albergues y refugios como salvaguarda al peregrino. Y todo un comercio que se crea en torno al peregrino de ciudades, bodegas, prostitutas y sanadores que envuelve en la Edad Media el Camino del peregrino.
A unos los mueve la Fe, a otros el deporte y a otros " la moda", pero aquí todo vale.
El Camino siempre se hace desde la humildad, con lo puesto, dando las gracias por un plato de comida y un techo.
Por la tarde se va a misa, a que te bendigan.
Allí no eres "un chulo algo cabrón y mala persona que va haciendo el mal a su paso"... como me definieron hace poco. Allí lo eres todo y a la vez, alli no eres nada.
Un tanto agnóstico, es reconfortante que alaben tu esfuerzo, que te deseen la Paz y que te bendigan.
Hacer la mochila con la lista. Se coge la lista, se pone todo su contenido sobre la cama, pero sólo se mete en la mochila la mitad... y siempre sobra de todo.
La humildad y la sencillez. Solo debes madrugar, andar, observar y sentirte muy agradecido ante un plato de comida y un cobijo.
Allí no existen trabajos por defender, ni vecinos hijos de puta, ni multas que pagar. Allí solo existe andar, observar, ayudar y tener Paz.
Y ese es su secreto y por eso los que lo hemos hecho nos hemos venido tristes del Camino. Simplemente, no queríamos volver.
No queríamos nuestro coche de lujo, ni el glamour del trabajo, ni nuestra nevera llena de comida, ni mucho menos... al vecino hijo de puta. Solo queríamos andar, ser feliz y tener Paz.
Qué buena experiencia Roberto, sentirse libre de ataduras cotidianas, solo estar en paz y darse en solidaridad, pienso que ayuda a recapacitar a la vuelta, a valorar lo que la vida nos dio, y cómo me tienta llamarlos así a mis vecinos de arriba! pero me hice la promesa de paz y quiero cumplirla! Un abrazo!
ResponderEliminarAndar, simple y llanamente, andar. Andando nos encontraremos. Saludos
ResponderEliminarHay un libro muy chulo que se llama conversaciones con mi gato. Un gato enseña a su humano a meditar, con sus ratos de paz, a hacer yoga , con sus estiramientos, a hacer ejercicio y a mantenerse en forma, a alimentarse como los primates, a base de fruta, verdura y frutos secos, y está muy wai.
ResponderEliminarEsto es un poco lo mismo. Solo andar, comer, buscar un cobijo y sobre todo no pensar. El libro a vuestra disposición...:)
¿Y qué haces con la moto si no vuelves? Quizá sería bueno incorporarla al trayecto, aunque no fuera lo mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es solo un hierro que me ha dado buenos momentos y me los sigue dando pero ni te da los buenos días, ni te cuida cuando enfermas...jj. Un abrazo macondo.
ResponderEliminarBueno Roberto, al menos tuviste unos días de paz, de andar y fuiste feliz, ahora hay que continuar con la carga que representa el día a día...envidia me da!
ResponderEliminarSaludos =)))
Lo hice hace 4 años. Ahora vuelvo en dos semanas. Un beso Lil.
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